La Cooperación Internacional

Pilar para el desarrollo y la integración en América Latina

Por John Alexander Esquivel

En un mundo marcado por la interdependencia y la velocidad de los cambios globales, América Latina enfrenta desafíos complejos que van desde la desigualdad estructural hasta los efectos del cambio climático y la inestabilidad económica. En este contexto, la cooperación internacional no solo se presenta como un mecanismo útil, sino como un elemento esencial para el desarrollo sostenible, la estabilidad política y la integración regional.

Lejos de ser un concepto abstracto o limitado a los círculos diplomáticos, la cooperación internacional se manifiesta en acciones concretas: programas de fortalecimiento institucional, transferencia de tecnología, intercambios educativos, financiamiento climático y apoyo humanitario. Su impacto es tangible en comunidades que reciben asistencia técnica para mejorar sus sistemas de salud, en pequeñas y medianas empresas que acceden a mercados globales, y en gobiernos locales que implementan políticas públicas más inclusivas y eficaces.

La cooperación Norte-Sur, históricamente la forma más conocida de colaboración internacional, sigue desempeñando un papel relevante en la región. América Latina ha recibido apoyo de países desarrollados en forma de financiamiento para el desarrollo, asistencia técnica y transferencia de conocimientos. No obstante, este modelo enfrenta el desafío de superar esquemas verticales o condicionamientos económicos y políticos que, en ocasiones, han limitado su efectividad. Hoy más que nunca, se requiere una relación basada en el respeto mutuo, la corresponsabilidad y la construcción conjunta de soluciones.

Al mismo tiempo, la cooperación Sur-Sur ha cobrado fuerza como una modalidad más equitativa, en la que países con trayectorias y desafíos similares comparten experiencias exitosas y recursos estratégicos. Esta forma de colaboración no impone condiciones, sino que promueve relaciones más horizontales y solidarias. Ejemplos de ello son los acuerdos de salud pública entre países latinoamericanos, los programas regionales de formación técnica y las alianzas en ciencia y tecnología, que fortalecen la capacidad colectiva de enfrentar crisis como la pandemia o el cambio climático.

La cooperación internacional también trasciende el ámbito gubernamental. Las universidades, las organizaciones de la sociedad civil, el sector privado y las comunidades indígenas están desempeñando un papel protagónico en la articulación de redes de colaboración transfronteriza. Este enfoque multisectorial enriquece las perspectivas, democratiza las decisiones y potencia los resultados.

Sin embargo, para que la cooperación internacional alcance su máximo potencial, es indispensable avanzar en la transparencia, la rendición de cuentas y la coordinación efectiva entre actores. También es necesario repensar los modelos tradicionales de ayuda, fomentando el respeto a la autodeterminación de los pueblos y la promoción de agendas construidas desde lo local hacia lo global.

América Latina tiene una oportunidad histórica: fortalecer su presencia en el escenario mundial no desde la dependencia, sino desde la cooperación activa, propositiva y transformadora. Ya sea a través de la cooperación Norte-Sur, la cooperación Sur-Sur o modalidades triangulares, lo esencial es entender que solo a través del trabajo conjunto —solidario y estratégico— podremos construir un futuro más justo, resiliente e integrado.

John Alexander Esquivel

Presidente FEDECICEXT